Las cosquillas de mamá, sanan.


Ser mamá de un bebé prematuro es muy difícil, y esa dificultad trae consigo muchas bendiciones. A cada momento (y creo que hablo por muchas) y sobretodo los primeros dos años de maternidad, la vida pone a prueba nuestra voluntad, creencias, tranquilidad y ... economía. Pero sobretodo, pone a prueba nuestra fortaleza y fe.

Bueno, esta semana fue una semana así, de pruebas y de bendiciones.

Después de casi cuatro meses de no hacerlo, mi hijo volvió a enfermarse de las vías respiratorias. Y he ahí el conocido cuadro: temperatura alta, llanto, inflamación de boca y garganta, en fin. Nosotros con desvelo y preocupación.

En la mañana llamamos a la pediatra, y como en otras ocasiones, no la pudimos localizar. Una vez más intentamos a medio día, y sólo nos dijo lo que ya sabíamos, que no podía darnos un diagnóstico, pero que tampoco podía atendernos en viernes, que sacáramos cita para el sábado ...¿Y entretanto, qué con mi hijo?

Valga reconocer que es una excelente pediatra, y que en su momento nos tomamos de la mano con ella para sacar adelante a mi crío. Y funcionó maravillosamente: su experiencia, su conocimiento y nuestro amor apegado lograron milagros en la vida de mi hijo. Sin embargo, hoy parece que la pediatra está muy ocupada, tan ocupada que no puede atender a su paciente. Qué paradójico suena.

En fin, yo lo vi como una oportunidad para probar alternativas; además es obvio que la urgencia apremiaba. Y fue entonces que llegamos con un nuevo profesional ...Nada, que nos recetó más de siete medicamentos para atacar distintos cosas en mi pequeño, además nos dio una dieta muy alta en calorías para subir bajo peso al bebé, con la cual no estuve, ni estoy de acuerdo.

En fin. Esta experiencia fue como regresar al limbo de los hospitales, el exceso de medicamentos, el llanto de mi hijo, las exploraciones, las preguntas recurrentes: ¿Por qué rompió fuente? ¿Cuánto pesó al nacer? ¿Cuánto en kilos fue subiendo por mes su hijo? Preguntas y preguntas que con cada especialista contestamos una y otra vez las mamás de bebés que nacieron antes de tiempo. Y dije no. No voy a volver a esto.

Como si la vida me probará qué tan firme estoy en mis creencias, estuve ahí, y todo lo que he rebatido me pasó frente a los ojos... Estaba ahí, frente al médico que me decía que no hay nada mejor que mi hijo tome de cinco a seis vasos al día de leche "maternizada", que cada ocho y doce horas le administre medicamentos para atacar signos distintos de un mismo padecimiento, que le incluya en la dieta carne, carne, carne y lácteos. Y vaya, no voy a mentir, por un momento dudé de mi crianza. Y quise llorar, pero me detuve, al menos hasta salir de ahí.

Una vez en el automóvil sí comencé a llorar a la par que mi hijo. Me sentí enojada, triste y confundida, como aquellas primeras veces en que llevaba a mi nene pequeño de un hospital de especialidades a otro. Lloraba porque mi hijo estaba llorando inconsoladamente y porque después de tanto tiempo volví a sentirme así, muy desorientada y hasta equivocada. Mi esposo también venía abrumado, lástima que aún le es difícil compartirme lo que piensa y cómo siente. Y en un grito de mi hijo, dije yo "¡Ya basta!". Me lo estaba diciendo a mi misma.

Y así es. Miro a mi hijo recostado sobre mi brazo, junto a mi esposo y me digo que no volveré a esos días cuando me sentí tan abrumada y tan confundida como nunca antes. Tal y como me lo han dicho las hermosas mujeres de mi círculo de amigas, seguiré confiando en mi instinto. En lo que ahora creo y valoro.

Pienso esto como una oportunidad de reafirmar en mi corazón todo aquello que vale la pena, y asimismo limpiarlo de todas las cosas que en su momento funcionaron y me ayudaron a crecer, pero que ahora no forman más parte de mi esencia.

Hoy sólo quiero abrazar a mi familia, y ayudar a sanar a mi hijo como mejor lo sé hacer, con mucho amor, confianza, escuchando su corazoncito, sus necesidades, y sí, haciéndole muchas cosquillas para que se ría mucho y fuerte. Tal y como se lo dije esa primera vez lo traje a casa: "Vamos a compensar con mucha risa y amor los momentos tan difíciles que pasamos separados." Y hoy tengo la certeza de que sí, así será.











2 comentarios:

  1. Hola Karina, estoy leyendo tu blog y tus historias. Qué difícil experiencia la de tener un bebé prematuro! Pero qué hermosas lecciones has aprendido y qué bueno que has decidido guiarte por tu intuición de mamá y apoyarte en la crianza con apego. Yo creo que ha sido la mejor medicina para tu bebé, y lo seguirá siendo.
    Ahora que leo sobre su enfermedad y la larga receta del doctor, me acuerdo de la última vez que tuve una receta de un doctor en mis manos. Fue cuando mi primogénito tenía como un año de edad y también le recetaron una medicina para cada dolencia, y al final, otra para el estómago, porque todas las medicinas anteriores lo iban a afectar mucho. Imagínate!! Fue allí cuando me decidí por la homeopatía. Mi niño ya tiene cinco años ahora y desde entonces lo he tratado a él y a sus hermanos con pura homeopatía. Hace poco tuve la oportunidad de tomar un curso básico sobre este tipo de medicina, y al conocer toda su filosofía detrás y cómo actúa, reafirmé aún más mi elección. Además de que he visto sus resultados: mis hijos se enferman máximo dos veces al año, y el más pequeño, que tiene dos años y medio, sólo se ha enfermado dos veces en toda su vida.
    Sólo quería compartirlo contigo, porque sé cómo se siente estar en el dilema de tener a un bebé enfermo y no querer darle tanto medicamento. Espero que pronto se recupere y que encuentres la mejor alternativa para tu bebé, al igual que lo has hecho hasta ahora. Un abrazo!!

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  2. Priss, muchas gracias.
    Juraría que ya te había respondido aquí, pero imagino surgió un problema técnico.

    Yo también creo que la mejor medicina para mi hijo, y en general nuestros hijos, será estar con sus padres, los tres en pleno gozo.

    De hecho, sí estamos buscando ya un homeópata, sin embargo hacer la transición ha sido difícil porque Aldebarán tuvo muchas complicaciones de nacimiento que en un principio tuvieron que ser tratadas por especialistas.

    Hoy que está más sano, y sobretodo que yo me siento más fuerte y segura en mi maternidad, hemos dejado ya varios especialistas, unos por habernos dado el alta, otros porque ... así lo decidimos. Pero sí. Ya estamos en el camino.

    Envío un abrazo de vuelta, y mi cariño.

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