
Hoy por recomendación de dos maravillosas mujeres Sandra Moreno y Diana Calderón, me di un tiempo para leer el texto nutridor de Ileana Medina Hernández del Blog "Tenemos Tetas". Y una frase resuena en mí: "Una madre necesita ser sostenida para sostener a sus hijos"; qué cierta y terrible me parece. Por que ¿de dónde nos sostenemos las mujeres? ¿del esposo? ¿de nuestra familia origen? ¿de la familia del esposo?
Cuando me casé, y más aún cuando tuve a mi pequeño, sentí la necesidad de distanciarme de mis amigas, aún solteras y sin hijos. Y más que eso, la vida y las prioridades me fueron distanciando de ellas. Ya no podía salir más a las lecturas de poesía, a los encuentros en distintos estados de la república, a las trasnoches de café y caminata por las calles del centro, a las celebraciones que iniciaban a media noche. No. En verdad mi prioridad fue estar al lado de mi crío, procurar a mi esposo y darme un espacio para pensar, porque todo se estaba transformando.
Y en estos espacios de "soledad" en los que comenzamos a estar solamente mi hijo y yo, me di tiempo para la lectura cuando él dormía. Sabía que necesitaba asirme a mí misma en este gran cambio, pues así como yo había dado a luz a mi hijo, la vida misma estaba pariendo con su llegada a una nueva mujer, a la mujer madre. Y vaya que sentía en mi un sofoco, como si estuviera pasando por el canal de parto... era doloroso. Y digo doloroso, por que ahí con los sentimientos de bienestar venían también los sentimientos de imposibilidad y frustración.
Mi hijo estaba demasiado pequeño cuando lo trajimos a casa, aún lo recuerdo, su fragilidad me abrumaba. Y las pequeñas preocupaciones que toda madre debe tener cuando cuida a su bebé en casa, se vieron agravadas por su prematurez. Era una mujer muy feliz y plena al tenerlo en mis brazos, pero de cuando en cuando las lágrimas venían a mí, y así me sentía: sola, confundida, sin soporte emocional.
Pronto las lecturas, la terapia sistémica y mis charlas con mis maestros espirituales -ambos astrólogos- me ayudaron a tener un gran soporte de vida, para traspasar la vida a mi hijo. Y me reconcilié con mi nueva etapa, con esta nueva mujer en mi que es muy distinta y muy alejada de la mujer que yo era.
Los dolores de parto de la vida cesaron, y comencé a vivir mi maternidad con una gran alegría. Comencé a escuchar a mi hijo, a mi madre, a mí. Y también pude compartir con mi esposo todo lo que estaba sintiendo. Le pedí ser partícipe de esta nueva vida, y él dijo que sí. Mi esposo nunca se había desentendido de sus deberes con mi hijo, pero luego de esa petición lo vi más comprometido con ambos, sentí que nos estábamos realmente mirando y comprendiendo.
Y sí, no hay modo de edificar bien alto hacia arriba, si antes no se ha cavado profundo hacia abajo.
Todo ha sido un trabajo de autoconocimiento, de reencontrarme conmigo, con lo sagrado femenino, y de reconocimiento a mis ancestras. Hoy sé que no puedo verme y sentirme plena en mi, si antes no he mirado ya con reverencia y honra la vida de mi madre, de mis abuelas, de mis bisabuelas y de todas las mujeres que son en mi familia. Y sé que de cuando en cuando me toca mirar también mi nacimiento, mi niñez, mi adolescencia y mis iniciaciones para abrazarlas, y abrazar también todo el enojo y la tristeza que proviene de ahí. Entonces me abro un espacio para respirar... y soltar. Las veces que sean necesarias.
Hoy en día necesitamos hacer más tribus de mujeres. Necesitarmos reunirnos, hablarnos y mirarnos. Necesitamos llamarnos y acompañarnos. Muchas mujeres están sintiendo una tristeza de transformación pero no saben que es así. Y ahí, necesitamos estar nosotras, para acunarlas también y ayudarlas a transmitir todo el amor que les habita. Así como otras mujeres han hecho con nosotras.
Después de todo para criar a un niño se necesita la tribu entera.
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Gracias a todas mis mujeres porque hoy por ustedes me siento sostenida:
a mis nuevas amigas, a las amigas que se quedaron luego de mi transformación, a mis guías espirituales, al grupo de doulas, de terapeutas, a mis tres "Lupitas": mi madre, mi mejor amiga y mi consteladora; a los círculos de mujeres: al círculo Mini Mahue y a Crianza Co-madres; a Virginia, a Endora, a Laura. A todas las mujeres de mi familia. En fin, a la gran madre universal por contenerme y enseñarme lo sagrado que habita en mi.
AMIIIII QUE COSAS TAN LINDAS ESCRIBES..... UN PLACER LEERLAS :)
ResponderEliminarGracias, hermosa MM!
ResponderEliminar¡Lo mismo digo de tus creaciones!
Gracias por ser parte de esa tribu que me nutre!