Tiempo de belleza y de amapolas


El año pasado me decidí firmemente a sintonizarme en amor con la luna, con sus ciclos. Así que me hice de mi agenda, realizada por la maravillosa Virginia Sánchez Navarro, compré lápices de colores, fui anotando mis ciclos menstruales, emocionales y materiales,  e intenté ir alineando mi agenda externa (responsabilidades) con la interna (emociones). Y la magia sucedió.

Este 2012, decidí de igual manera seguir sintonizando mis ciclos propios con los ciclos lunares, pero además, decidí dejar llevarme en mi ciclo menstrual como quien se lanza a la inmensidad de la Madre Mar, en confianza perfecta. ¡Me he llevado gratas sorpresas!

Por principio, me he dado cuenta que el dejarme llevar por mi cuerpo y toda mi fisiología me ha llevado a dejar de padecer el famoso "síndrome premenstrual"; es decir, por supuesto que paso por él, pero ya no lo padezco, no lo sufro, no hay dolor. Sucede que hay pequeños espasmos en esta etapa y viene uno que otro enojo, pero no son en arrebato, si no en mesura. También siento la necesidad de descansar más temprano, y gozo de una buena lectura o un buen video... también estoy mucho más sensible, más en contacto con mis emociones y necesidades. ¡Ouuu me encanta! 

Esta etapa premestrual me ha enseñado a poner atención en las emociones que surgen, son mis guías, son las emociones que he aprendido a abrazar y que me dicen mucho de mí, me dan lucidez.

Y luego, llega el momento cúspide, "el momento de las amapolas", me digo, porque en esos cinco días suelo necesitar siestas ¡y dormir hasta dos horas por la tarde! Antes, con honestidad, debo decir ¡que me molestaba tanto! Pues yo deseaba seguir trabajando, seguir activa, salir, conducir el automóvil, etc. Hasta que aprendí que obtenía un mayor provecho si me dejaba al sueño, a la escritura, a la lectura de poesía, a beber una copa de vino rosado o tinto... ¡a mi tiempo de amapolas! ...Por aquello de la belleza y el ensueño. Incluso he optado por vestirme de rojo en estos días y hacer de mi exterior un reflejo interno.

Una vez que pasan esos cinco profundos días, salgo como de una cueva hacia mi vida activa, y poco a poco me incorporo, realizo las cosas de forma rápida y eficaz, soy más ordenada, más cerebral. Aquí aprovecho para ponerme al día con mi agenda externa, viajo lejos, reviso presupuestos, acudo al banco, enlisto estrategias importantes y controlo mi administración material. Soy bastante más eficiente. 

Y entonces, vuelvo poco a poco hacia mis adentros... a revisar de nuevo mi interior, mis necesidades básicas. Es un ciclo maravilloso, en el cual camino... incluso creo, que pronto volveré a escribir poesía. Delicioso. Espero que un día próximo todas las mujeres caminen con sus ciclos de una manera tan consciente y espiritual.

    




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