Escribo este post a las 3:12am tras ser despertada por mi crío...




"Escribo este post a las 3:12am tras ser despertada por mi crío..."

Y fui despertada por sus palabras, su pie y su manita. "Mamá" decía, mientras tocaba con su mano y pie mi cuerpo. Tiene mucho calor, pensé. Lo acaricié y  le dí palmaditas en  la espalda. En seguida su papá se levantó y fue a prepararnos un par de bebidas. Regresó a la habitación, bebimos, nos dimos besos, nos acariciamos y volvimos a dormir... bueno yo no, pero ellos continúan dormidos en la cama. Sí los tres dormimos no sólo en la misma habitación, sino en la misma cama. Y para mi éste, es un instante en la vida, de esos encantadores, que prevalecen en el corazón.

Ahora, tengo insomnio. Sin embargo, no es que me hubiera causado insomnio el que me hijo me haya necesitado a las 2:30am para que lo reconfortara un poco. No. Eso de levantarme por las noches ha sido pan de cada día desde que  mi hijo llegó a casa. Más bien, reflexiono la situación, miro el rostro plácido de mi hijo que duerme "a sus anchas" en mi cama, adueñándose de almohadas y sábanas. Pienso no, ésta no es mi cama, ésta es Su cama. Y no concibo verlo, en toda su fragilidad, dormido en la habitación contigua, tras las rejas de su cuna, tolerando él solo sus necesidades porque haya hecho consciente ya, que papá o mamá no están disponibles durante la noche.

El punto es, que me sensibiliza hondamente pensar que todavía somos/o reflejamos una cultura occidental "modernizada" que se cobija en métodos obsoletos para justificar la imposición de necesidades del más fuerte. Que "abrigados" por la lógica y  la razón y lo que debe ser, y uno que otro autor patriarcal, imponemos nuestras creencias, nuestras exigencias y nuestras imposibilidades a los que nos acompañan y siguen: a nuestros hijos.  

Pienso qué tan a merced están los niños de una sociedad que si bien no se basa ya en el porque lo digo yo, si se basa aún en el porque lo necesito yo -que soy tu padre/madre... Y me estremezco.

Cuando pienso en todas las mujeres que me dicen y me cuentan que se desapegan de sus hijos   porque necesitan llevar una rutina de sueño, porque la maternidad les está viniendo mal, porque es terrible despertarse de madrugada, porque los niños se les enferman en muy mal momento, porque los niños no se comportan, porque son demasiado demandantes, porque necesitan límites (¿bebés de ocho meses?), porque necesitan una rutina específica, porque necesitan al niño en su cuarto para dormir bien y no despertarse de mal humor, et cétera, pienso dos cosas: 

una, que como adultos somos niños muy heridos en busca aún de satisfacer nuestras necesidades infantiles 

y dos, que la salida más fácil siempre es erradicar el problema reflejado en nuestros hijos y no desde su raíz en nosotros. 

Reflexiono la sociedad que somos, aún basada en violencia y abuso emocional. Es decir, como padres y madres podemos hacer lo que queramos con nuestros hijos, y en ocasiones este gran poder sólo se aprovecha para imponer nuestros deseos y poner a los hijos a nuestro servicio y no al revés, lo cual, visto detenidamente, resulta muy triste.

Así, no concibo cómo nuestras relaciones interpersonales, que deberían estar basadas en el amor, estén basadas en la funcionalidad. El decir "yo hago contigo esto porque me funciona muy bien" no significa que al otro le esté funcionando también. Aquí no hay empatía alguna, y que no exista ese ingrediente en una relación padre-madre-hijo, honestamente, me cimbra. Me provoca, todavía, porque justo el exceso de esta sociedad moderna, industrializada y de posguerra ha sido establecer relaciones personales a partir de la funcionalidad y la imposición de necesidades del más fuerte, pero no de amor, ni cordialidad.

Y no, no creo que la cordialidad o el amor o el apego en las relaciones que tendemos con nuestros hijos devengan de una mera cuestión de estilos de crianza. No. No creo que el amor y el apego sean un estilo de amar, y la indiferencia sea otro estilo, y la violencia otro estilo, o el maltrato, o   la dureza sean estilos distintos y todos sean "estilos respetables". No. Aquí no se trata de estar a favor o en contra de uno u otro "modo" de crecer a los hijos. Sino, de darnos cuenta que la naturaleza humana es frágil, y que toda relación primera siempre NECESITA CONEXIÓN. 

La creencia que nos aniquila es la que arremete desde la primera conexión, la conexión con los padres, con el origen... Desde la violencia sutil pero punzante que se ejerce cuando se piensa la maternidad/paternidad como un campo de batalla donde uno de los involucrados tiene que salir avante, y siempre debe ser papá o mamá, por que los hijos no nos deberían tomar la medida.  

Ojalá podamos salir de la discusión fácil en la que nos limitamos a pedir respeto por lo que pensamos y ya. Porque no es cuestión de respeto nada más. Eso está más que sentado. La madre que aquí en México le sacó los ojos a su pequeño en días recientes, bien podría pedir que se respete lo que hizo, pero está claro que va más allá de eso. Y estoy, por supuesto, hablando de un caso extremo. 

Es decir, ojalá como madres y padres nos aventuremos a ser más críticos, y sobretodo autocríticos, no con respecto a nuestros "estilos de crianza", más bien con respecto a nuestras formas de estar para nuestros hijos, de nuestra disponibilidad y empatía para con ellos, pues considero que es ahí donde está la reflexión y el corazón de nuestra manera de criar.      









1 comentario:

  1. Kari. La maternidad se trata de los hijos, no de las madres, es un acto de entrega total, desinteresada y sin egoísmo. Esto es una bonita teoría y quienes intentamos criar con apego nos topamos con nuestra historia personal, a veces llena de heridas, y nos encontramos con que el camino de la maternidad es en sí un camino espiritual que nos conduce al desarrollo de muchas "cualidades" que no es más que nuestro verdadero ser aflore, nos intentamos conectar con nuestra escencia. La maternidad es todo un camino.

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