¿Por qué decidimos escolarizar a nuestro hijo?




Tras recibir varios mensajes con la pregunta que titula este post en mi inbox, decidí escribir y compartir, abriendo el corazón, el por qué mi compañero de vida y yo decidimos escolarizar a nuestro hijo.

Desde que nuestro crío comenzó a darnos señal de sus primeros aprendizajes, esos que son guiados por el instinto, es decir, desde que llegó a casa, comencé a cuestionarme profundamente el tipo de educación que le podría dar. Muy pronto, descubrí que deseaba hacer escuela en casa, y así, dar a mi hijo la bella libertad de aprender lo que su corazón fuera pidiendo, a su ritmo y a su tiempo. Pues bien, ahora con la decisión de escolarizarlo, el fin sigue siendo el mismo: que sea el corazón de Aldebarán el que lo guíe hacia cada aprendizaje, no importando el lugar.

Durante tres años y medio Aldebarán y yo estuvimos muy juntos, con su padre, en distintas "aventuras", como llamábamos a cada situación de nuestros días. Convivimos mucho y en profunda empatía y simpatía, tras decidir dejar de trabajar durante sus primeros meses y acompañarlo en su crecimiento, me dediqué a danzar al ritmo que danzan los papás de los bebés nacidos prematuros. Durante año y medio nuestro itinerario semanal contempló visitas a hospitales varios y a especialistas. Viví intensamente la díada que formamos desde su llegada al mundo, y así, sanando el vínculo de nuestra separación primaria (su estancia en UCIN y en el hospital por más de 50 días tras su nacimiento), me di a la experiencia de una maternidad informada, intensa y amorosa.

Luego de superar el peligro de los primeros dos años de los niños nacidos prematuros, todos comenzamos una nueva etapa, que incluyó emprender, dar estabilidad al hogar propio, integrarnos desde otro punto como familia, es decir, dejar de traer al presente la prematuridad de Aldebarán, y sí... finalmente, ¡viajar y viajar! Gracias al mei tai, logramos llevar a nuestro pequeño a todas partes: bancos, citas con los clientes, oficina, edificios gubernamentales, el aeropuerto, a sitios cercanos y lejanos, siempre unido a nosotros, siempre siendo parte de la agenda de trabajo de papá y mamá. Por supuesto, muchos nos alentaban a dejarlo en una estancia, a no llevarlo con los clientes por aquello de dar "una mala apariencia", pero integrando esos espejos, siempre decidimos  -y lo digo con una gran sonrisa, como en broma- que nuestro hijo era parte del "negocio familiar", y desde el punto de vista educacional, siempre supimos que no había mejor manera de conocer el mundo y aprender, que al lado de quienes lo trajeron a él.  

Cuando Aldebarán nació tuvo un derrame cerebral importante, y tras el mismo le diagnosticaron leucomalacia periventricular, que podía desarrollar una parálisis cerebral. Para nosotros fue muy importante disminuir el riesgo: estimularlo, cantarle, llevarlo con la especialista en intervención temprana, y sobre todo, hacernos cargo por completo y a tiempo completo de su cuidado y su educación. Hoy en día, nuestro hijo es un guerrero sano, con mucha energía y una inteligencia admirable. 

Pronto cumplió tres años de vida, y fue entonces que decidimos realizar actividades guiadas y darle ciclos con estructuras más estables, compramos varios libros en el tema del Unschooling, Pedagogía Waldorf y Homeschooling. Me dediqué entonces, a apoyarlo, a instruirlo de manera más activa, y todo fue maravilloso hasta que descubrí dos cosas: que mamá no siempre era la mejor compañera de juegos y aprendizaje de Aldebarán, y que Aldebarán no siempre era el mejor compañero de trabajo de mamá. 

La segunda mitad del año pasado fue transformadora para los tres. Con el paso del otoño comenzamos a mirar que nacían de cada uno nuevas inquietudes: Aldebarán pronto comenzó a extrañar más y más convivir y jugar con sus amigos y primos de la misma edad que él. Y yo comencé a mirar que el corazón deseaba darse un descanso de maternidad intensa, para comenzar a abrazar una maternidad que lograra tejerse en armonía con un compromiso personal, profesional y de pareja. Con la próxima mudanza - en todos los sentidos- venía la decisión de escolarizar a nuestro hijo.

He aquí entonces, que la razón por la cual decidimos escolarizar a Aldebarán ha sido muy personal, amorosa y llena de confianza. En el proceso, mi compañero y yo, hemos decidido confiar en otras personas para apoyarnos en el cuidado y guía de nuestro hijo; hemos decidido también que en cuanto veamos que la creatividad o fuego de nuestro crío se vean menguados o lastimados , o simplemente la vida nos lleve a otra manera de estar, revaloraremos nuestras opciones, y sobre todo, hemos decidido escolarizar a Aldebarán: pero la educación darla en casa, así él sabrá decidir, cuestionar, aceptar e integrar a su vida lo que considere necesario integrar.

Hoy fue su primer día de escuela, y cuando salió, nos miró sonriente y nos dijo que le había gustado mucho, que había hecho dos nuevos amigos y que deseaba regresar al otro día. Este ingreso a la escuela ha sido un verdadero ritual y lo hemos tomado todos como una gran iniciación, decidimos hacer de esta experiencia algo sagrado, algo que cierra y abre otro ciclo familiar: Aldebarán está comenzando a tomar nuevas estructuras y amistades fuera de casa, y una sabia voz interior me dice que todo ha sido perfecto, que ahora podemos organizarnos los tres en una manera distinta, confiando en la vida, integrando los espejos externos mientras pertenecemos a este maravilloso clan que se reúne por la tarde, para cerrar el día y compartir experiencias del mundo. 
















4 comentarios:

  1. Maravilloso, K. Nunca terminamos de aprender a decidir lo mejor para ellos. Pero cada instante hay que decidir. Ellos tendrán que conocer la facultad de la individualidad. Es ahí donde anida toda nuestra fortaleza y toda nuestra debilidad ante la vida. La individualidad que solo ellos pueden tomar. Y la familia se complementa finalmente. Me da gusto escuchar tus palabras y aplaudo todo lo que hagan tú y Ricardo por el bien de los tres. Un abrazo grande.

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  2. Es tan cierto que cada momento llega con su necesidad.
    Una de nuestras pequeñas comenzará o no su escolarización en este año. Ella tiene 5 añitos y entrará en 1º. su papá quiere seguir adelante con la educación en casa, yo necesito descansar (esa es la palabra) y ella, ella a veces quiere a veces no. Aún no lo hemos decidido pero espero que como vosotros sea con paz y a mor para los tres.
    Gracias por compartir.

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  3. Victor, mi querido y adorado y extrañado Victor. Así es, cada instante hay que decidir. Te recuerdo mucho ahora que miro a mi hijo, lo mágica que es la experiencia, lo transformadora, lo profunda que puede llegar a ser cuando decidimos darnos por completo sin reserva, amorosamente. Desde este lugar del mundo te envío un abrazote, esperando verte muy pronto.

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  4. Dara, cuando yo comencé a adentrarme al Attachment Parenting, que muchos han traducido como Crianza con apego, y que ahora que lo he vivido, creo que personalmente lo traduciría como "Crianza con un vínculo seguro", me di cuenta que el vínculo que hay que proteger es el de todas las relaciones que forma una familia: mamá-hij@, papá-hij@ y también mamá-papá, incluyendo la relación con nosotros mismos.

    En lo personal, cuando me di cuenta que deseaba comenzar a vivir una maternidad menos intensa y que liberara espacio para otros aspectos de mi vida comencé a platicar con mi hijo acerca los espacios personales, acerca de lo lindo que sería y que no estaba obligado a ir, pero que podía hacerlo o decidir quedarse en casa de vez en cuando. Esperábamos ese primer día de escuela que sucedió, y siendo hoy su segundo día todo pasó maravillosamente.

    El intento fue exitoso y creo que si no lo hubiera sido, no importaría, daría tiempo a madurar las cosas, respetando los tiempos y vínculos de todas las relaciones que somos en esta familia. Si tú necesitas descansar, nada pasa, es justo hacerlo para todo siga fluyendo.

    Un abrazo fuerte y que sí, todo será con paz y amor!

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