Hacer una pausa.



Hoy por la mañana, mientras iba rumbo al lugar en el cual estuve dictando un curso esta semana, me vino una brisa de ideas... muy inspiradoras y de bienestar. Mientras mi esposo conducía, yo comencé a escribir a manera de lista todo lo que venía a mi cabeza. Me detuve y una frase final coronó el momento:  Es tu vida, y hasta ahora ha sido maravillosa ¿Cómo quieres vivirla a partir de hoy?   

Recordé que un año antes de conocer a mi esposo, a través de la ventana del departamento solía ver a un pequeño colibrí que visitaba las flores de las escasas macetas que tenía. Mi madre decía "es que pronto llegará el amor a tu vida"... refiriéndose a una pareja.

Como buena chica nacida en los 80's el matrimonio, la firma de contratos o lo relacionado con la iglesia católica me parecía algo caduco y por demás innecesario. De hecho, la idea de tener una inseminación artificial era lo más cercano a mi concepción de una relación formal. Y sin embargo, cuando mi madre decía cosas alusivas a ese colibrí que me visitaba, no podía dejar de imaginarme con un hombre alto, blanco, apuesto, inteligente, con buen sentido del humor, elegante y sensible... además, hogareño. ¡Bah! He ahí que aunque tenía relaciones, nunca eran sólidas, y siempre optaba por abortar la misión unos meses después. Por supuesto, estaba decidida a no aceptar nada diferente a lo que mi corazón deseaba para decidir tener una "familia" y más aún, embarazarme.

Y un verano, conocí al que ahora es mi esposo... Alto, delgado, blanco, ojos verdes hermosos, buen sentido del humor, algo despistado, ¡pero por demás encantador! Para entonces yo tenía una relación. Sin embargo, cuando fue el momento de hablar y conocernos, no dudé en seguir a mi corazón... Me maravillaba hablar con él, verlo, advertir sus gestos amables (acercarme la silla para que me sentara, abrir la puerta del automóvil, llevarme un ramo de flores al trabajo), y disfrutaba tanto cuando al final del día, pasaba por mi, comprábamos un pastel individual para los dos y un par de cafés, e íbamos a casa... a platicar.

Pronto decidimos casarnos. Todo el mundo se maravilló, pero nadie se opuso. Fue todo muy rápido. Y la llegada de nuestro bello crío, quien nació a las 29 semanas de gestación nos tomó por sorpresa también. Ese colibrí vino a transformar todo, y en menos de un año me había convertido ya en esposa, en madre, y mis prioridades estaban cambiado velozmente. 

Hoy, con todo mi corazón puedo decir que ya me adapté a esas nuevas fases mías, que disfruto mucho de la compañía diaria de mi esposo, de mi maternidad, de mi individualidad, de mi yo en familia, de mis nuevas responsabilidades, de los juegos y ocurrencias de mi hijo, y además, ¡adoro cocinar! ...Soy plena en ésta nueva yo que soy, y mi vida hasta ahora ha sido maravillosa, aun en sus bemoles. 

Sin embargo, esta semana he hecho una pausa necesaria, para revalorar, entender mejor, y definir rumbo en lo personal. La frase aparece: Es tu vida, y hasta ahora ha sido maravillosa ¿Cómo quieres vivirla a partir de hoy? Y por supuesto, vienen nuevas decisiones, nuevas metas, nuevas necesidades del corazón y nuevos caminos por transitar y probar.


Pero, eso sí, también decreto más días de estos, con trabajo, mucha remuneración en todos los aspectos, y compartiendo con mi gente. Decreto más días abundantes de estos, llenos de belleza, de felicidad, de retos, de miedos incluso, pero también de caricias; decreto días de café, charlas con mi mejor amiga, comidas en casa de las abuelas, inesperadas visitas del abuelo, ¡días de viaje! y sobretodo, quiero seguir en mi trabajo espiritual y emocional diario, junto a mi amado esposo. Quiera el Universo que siempre sea así.









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