¿Decirle "NO" puede ser positivo?


Mi crío ha encontrado la fascinación de la pequeñita palabra "NO"..."No, no, no", "¡No, mamá!", dice con orgullo, y a veces con desafío.

Sabía que pronto llegaría esta etapa. ¡Lo sabía, vamos hasta la esperaba! Mi hijo siempre había mostrado tener un temperamento fuerte, y ahora, pasados sus dos años de vida, esperaba yo ver cómo le sucedería abrazar su primera independencia. Esto es como tener un pequeño, pequeñito, adolescente: un chico rebelde que con vaso entrenador en mano osa pasear con su triciclo por toda la casa hasta que se cae, se lastima la mano, ¡y vuelve con mamá para que le de besos y lo abrace!

¡Y me fascina mirar cómo goza su libertad, las posibilidades de su cuerpo! Me encanta mirar cómo brinca de un lado a otro, cómo salta de la cama al suelo, cómo escala los sillones, cómo desea resguardar sus espacios y cómo trepa la mesa hasta conseguir una deliciosa banana. De pronto, por supuesto, sus "Nos" se cruzan con los míos, con los de papá y hasta los de las abuelas, sin embargo, he aprendido a respetar y entender su "primera adolescencia" y me siento mucho más asertiva al manejar sus enojos y su deseo por proteger sus espacios sagrados.

¿Qué me ha enseñado mi adolescente de dos años de edad? Que...


Está bien decir "NO"

Para él, decir "no" es una forma de mostrar límites, y justo el respeto a que pueda decirlo marcará que en un futuro pueda decir que no cuando no desea hacer algo que pueda no ir con sus valores o sus deseos. Y no sólo para él, para mí decir no de cuando en cuando me ha ayudado a resignificar la palabra y a evitar accidentes e incidentes. 

En un principio sólo deseaba decir "sí" o darle alternativas, en todo momento evitaba la pequeña palabra negativa pensando que podía hasta ocasionarle "alguna situación". Sin embargo, me he dado cuenta que decir no es sano cuando de verdad es necesario decirlo. ¡Y por supuesto se lo permito a él!

En nuestra sociedad los "no" y los "sí" nos los tomamos como algo personal, y de pronto, aún en nuestra completa adultez-madurez, en ocasiones, no logramos vislumbrar que decirlos tiene que ver más con   la justa petición de respeto a los espacios y tiempos sagrados de cada persona. Es un derecho divino decir lo uno o lo otro. Así también cuando se trata de nuestros increíbles toddlers.



Hay que poner el Sí y No sobre la balanza

Mi hijo mira con curiosidad la manera en que mamá mueve el cuchillo velozmente (¡bueno, bueno, ni tan veloz!) sobre los tomates... para él es algo nuevo, y por supuesto, ¡quiere probar! De pronto, se da el momento perfecto para que él intente hacer lo suyo, y claro, yo exclamo ¡No!... Él se asusta, se irrita y pone tremendo rostro. En una intuición fuerte comienzo a explicarle que puede cortarse, que mamá se asustó y que ahora, puede ayudarlo a cortar los tomates con ese extraño juguete. 

Mi crío sabe que puede hacer distintas cosas con ayuda de papá o mamá; sabe por ejemplo, que no debe salir corriendo y bajar la banqueta, sabe también que hay "coches grandes" que pueden lastimarlo si él no toma la mano de un adulto al cruzar la calle, sabe que puede bajar las escaleras él solo si se ayuda con el barandal o la pared. Sabe que en ocasiones no podrá seguir ayudándome con el cuchillo pero a cambio podrá jugar con un bowl y los limones. 



Hablar, hablar, hablar y de pronto, dar una señal respetuosa de "no".

En estos años juntos, mi crío y yo hemos tenido vasto espacio para conocernos, él sabe que cuando giro un poco la cabeza inclinándola hacia abajo y a la izquierda eso significa "eso no es correcto hacerlo", sabe que cuando alzo la mirada y digo "hey" expreso también, que no estoy de acuerdo. Y justo estas alternativas me han ayudado a comunicarme.

Hablar con él y "contarle el mundo" nos ha ayudado muchísimo a respetar nuestros espacios, de los tres, mío, de él y de su papá. Prácticamente yo le cuento todo lo que hago, todo lo que sucede en casa: mamá necesita sentarse a leer, tú también lo puedes hacer con tus libros... estas son las tarjetas de mamá y tú puedes jugar con ellas siempre y cuando me pidas permiso, ésta es tu habitación y aquí puedes jugar cuando desees, voy a salir y vendrás conmigo, otro día podrás quedarte cuando esté tu papá o tu abuela... ¡Y por supuesto, ellos saben, ellos entienden!

Hoy por la tarde, luego de comer con su abuela, nos subimos al automóvil, de pronto la abuela preguntó "¿Qué es esto?" y mi crío respondió con toda seguridad: "Es una cobijita que mima lleva a los bebés pematudos"... La abuela se sorprendió, y yo también porque esa explicación se la había dado yo tres meses atrás, cuando recién habían llegado los donativos que llevaríamos a los hospitales. Tres meses después recordaba muy bien lo que mamá le había explicado. Por supuesto, si les contamos el mundo, si respetuosamente los incluimos en nuestras actividades, ellos entienden y comienzan a integrarse.



Si hay demasiados "Nos" tengamos un día que propicie los "Sí"

Los días en que más "Nos" salen de mi boca, de la boca de papá y de la boca de nuestro hijo ¡es cuando vamos a la oficina! Por supuesto, mi hijo -como todos los críos de su edad- tiene un alma exploradora, deseosa de tocar esos botones tan extraños en el fax o en la computadora; por supuesto, ansioso está mi crío en llegar hasta la plantita en la esquina de la ventana que parece perfecto escalón para lograr una miradita a la calle. 

¡Estos días de oficina son detonantes! Con ellos he logrado reflexionar que una gran parte del tiempo en familia nuestros hijos están haciendo lo que papá o mamá desean. Y si estamos en casa todo el día o en un espacio cerrado, por supuesto, los "nos", las frustraciones -de ambas partes- llegarán. 

Por eso es que hemos inaugurado un día a la semana como el "Day off", el día en que TODO es SÍ. Y nos vamos a un parque de juegos, y es un sí al columpio, a correr, a rodarnos por la tierra, a subir por la resbaladilla, a meternos por los aros, a comer un par de dulces, a parar por un helado, y cansarnos hasta llegar exhaustos a casa, listos para el baño y para dormir... esto último no es negociable, y se lo explicamos desde que salimos a realizar las actividades. 


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Mi niño me ha enseñado que está bien decir "No" cuando es necesario, y que tanto de mi lado como de su lado hay que mostrar respeto por ese no. En México existe una sociedad que nos enseña a decir en todo momento, y decir no es algo que frustra -a ambas partes- y en ocasiones, es algo intolerable, que es mejor evitar. No es malo, ni personal, al contrario... creo que decirlo nos lleva a proteger nuestros espacios sagrados y a poner límites amorosos. 

Si confiamos y escuchamos con el corazón los "nos", no sólo de nuestros hijos, pero  de quienes están alrededor, estoy segura que comenzaríamos a respetar más a los demás y a nosotros mismos. 













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