Un parto prematuro tuvo antes una ruptura prematura.



Cuando platico esto con algunas mujeres y madres, de bebés prematuros o no, me resulta una situación difícil porque intento en mis palabras no herir susceptibilidades, y sin embargo, pocas veces lo logro. 

Pero el punto es éste, que entendí que para desencadenarse un parto prematuro, la madre debió desvincularse antes de su cuerpo o de su bebé o de ella misma o de todo. Y esto me sucedió a mí.

Cuando yo me embaracé lo hice desde un amor muy profundo, arrebatada en la presencia de mi esposo, con felicidad. Y conforme pasaron las semanas, los cambios en todas mis facetas, mis emociones y mis supuestas necesidades me fueron abrumando. Hoy me doy cuenta que no estaba preparada para concebir a un ser humano. Esta es una responsabilidad enorme que debería tomarse con mayor consciencia. 

Así, concedí toda importancia al hecho de tener cosas materiales para mi hijo. Antes de cualquier cosa, me parecía imprescindible tener una cuna, una carriola, ropa de muchos colores, una habitación especial, un asiento especial para el automóvil, un columpio que lo arrullara, y me interesaba reunir suficiente dinero para pagar la mensualidad de la mejor guardería de la zona... en fin, ahora que lo veo a distancia, todos estos aditamentos hacían constar mi gran desvinculación con la maternidad misma.

Cabe decir que también me alimentaba de lecturas, videos, audios; me interesaba saber del crecimiento de mi pequeño semana a semana y seguía las guías en internet que tratan del desarrollo fetal. Es decir, dentro de mí sabía que debía prepararme, sin embargo, no tenía las herramientas para hacerlo.

Tenía 29 semanas de embarazo cuando una mañana mi esposo me levantó de la cama, asustado, pues había yo manchado la sábana. Inmediatamente me levanté y me revisé. Decidimos ir rumbo al hospital y bueno... todo un episodio lo que vino después. El punto es que, mientras estaba en el hospital, me recordaba de mi mala suerte y de lo "difícil" que era mi destino... Tocaba mi vientre y le pedía a mi pequeño que fuera fuerte y se quedara conmigo. Sólo en un pozo tan profundo y oscuro me daba cuenta de la importancia de la luz.

Esos días de hospital, de UCIN, de tráfico, de manos impecables, de gorro y cubrebocas, de elevadores, de banco de leche, de tardes en la cafetería del hospital y de besos a través del cristal de la incubadora, fueron eternos. A cada día correspondía un duelo distinto, una desgarre que se volvía enorme hendidura en el dolor de verme separada de mi hijo, y saberlo entre la vida y la muerte. 

Todo terminó cuando decidí hacerme cargo de mí y aceptarme responsable por todo lo que estaba sucediendo (y aquí digo responsable, no culpable). Así que comencé a trabajar con mis dolores personales, con mis pérdidas, con mis miedos. Comencé a entender que "algo" había sucedido y que me tocaba trabajar en ello. Y me tocaba por ser la madre, y porque sólo yo podía sanar la situación de mi hijo. Así de poderosa es una madre. Esto es algo que entendí muy bien, que ni médicos, ni especialistas, ni enfermeras, ni trabajadoras sociales iban a lograr hacer lo que yo, con amor y trabajo personal.

Hoy, que veo los días de UCIN muy distantes, y que mi trabajo personal, emocional y espiritual constante ha rebasado los 365 días, admito desde el corazón que yo fui responsable de la desvinculación que tuve con mi maternidad y que me llevó a tener un parto prematuro. Sin embargo, las cosas sucedieron así y hoy las veo como perfectas, pues me han llevado a una bella consciencia de lo que es el amor maternal y del gran poder que la vida de una madre tiene sobre la vida de su hijo.

Por supuesto, sigo trabajando conmigo y en mi relación con mi hijo. Entiendo que hay mucho por reparar aún, y me siento feliz por la consciencia y voluntad que ahora tengo para saber que así será. Como nota final, debo contar que sí compré la carriola, la cuna, decoré el cuarto exclusivamente para él, pero fueron gastos innecesarios y absurdos. Hoy sé que lo único que él necesita en esta primera infancia lo tiene disponible 24/7: nuestros brazos, nuestro cariño y nuestra cama.










  

No hay comentarios:

Publicar un comentario