La dignidad de los hombres


Con mi segunda maternidad se parió nuevamente la oportunidad de mirar algo que el corazón ya miraba pero que resultaba necesario hacerlo de manera más profunda y consciente: honrar la dignidad de los hombres en mi familia.

Puedo decir que aún no sé cómo funciona exactamente la memoria del árbol genealógico, hay algo de magia que va más allá de la teoría o de lo que pueda saberse por bibliografía y consulta. Sin embargo, hoy sé que existe, como una fuerza fuerte y terrible -cuando no es tomada en cuenta. Y justo, en la orilla que inicia el posparto, arremete, como si hubiera esperado hacerse manifiesta en el cuerpo abierto de una mujer, de una rama que da frutos, que se abre a la vida y que con ella abre el linaje.

Y así, a días de haber nacido mi hijo Gibrán ha surgido en mí la necesidad de volver a mirar mi historia (esa historia que ya había tocado), de volver la vista hacia los nombres no dichos, hacia las historias de los hombres que se han ido y de los que se han quedado, de los que han nacido y han vivido una gran batalla para poder estar en la vida.  Pero esta vez, esa mirada ha querido tornarse también hacia las mujeres... ¿Cómo lo vivieron las mujeres de mi familia?

Con miedos irracionales, con el temor de pasar del "Baby blues" a una verdadera y honda depresión posparto he tenido la gran gran necesidad de navegar las aguas de mi memoria. Y he dado con las cicatrices que llevan las mujeres en mi linaje... cicatrices físicas y psíquicas. Y ahí, he encontrado más que preciso mirar a los hombres... mirarlos, y con cada mirada sanar la imposibilidad del fluir del amor entre unos y otras, entre ellos y ellas. 

Esta vez la experiencia ha surgido en menor opacidad, con belleza, con dolor, pero con esperanza dulce, porque en esta ocasión los ojos de mi hijo me han permitido conectarme con él desde un lugar donde sólo existe la belleza, donde más consciente de mí me he permitido verbalizar el dolor sin resistencia o miedo a lo que podré encontrar. Hoy sé que a menor resistencia mayor sanación. 

Y así, en esta exploración de mis raíces, en este permitirme tocar el dolor y la incomodidad del posparto inmediato, he encontrado bienestar para poder ser más presente para mí, para mi hijo, para esto  nuevo que va naciendo con nuestra familia -ahora- de cuatro. 

Si algo está sucediendo ahora, es el florecimiento de un profundo agradecimiento a la vida, al misterio que existe detrás de ella; que nace, que me sostiene y milagrosamente se manifiesta desde la mirada de cada uno de los hombres que amo: mi compañero y mis hijos, que a su vez me conectan con la vida de cada uno de los hombres que han sido, con su dignidad y luz, sin la cual, nada hubiera podido ser posible.




La aventura láctea con nuestro hijo prematuro





Cuando mi hijo nació a las 29 semanas de gestación fuimos separados porque él debía ir a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales. El día de su nacimiento, mientras tomaba un baño al atardecer, la leche comenzó a bajar... Por un instante me sentí feliz, y en seguida, vino la nostalgia y dolor profundo de sentir los "brazos vacíos". Si bien, mi hijo estaba vivo, también sabía que su estado no era el mejor, de hecho, era bastante desalentador ante los ojos médicos. 


Yo sabía que en ese momento, y tal vez durante los próximos días no podría amamantarlo. Sin embargo, en cuanto me fue posible pregunté a la doctora en turno qué podía hacer con respecto a la lactancia (deseaba hacerlo en cuanto mi hijo saliera del hospital). Ella me respondió "le recetaré unas pastillas para que deje de producir leche, estos bebés no sobreviven"... Por supuesto, mi estado emocional empeoró, pero escuchando mi voz interior decidí buscar información científica que apoyara mi lactancia. Diariamente me extraía leche con la finalidad de amamantar a mi hijo a su alta. Y luego de 60 días, 60 días que no pude cargarlo, besarlo, tocarlo, ¡por fin vino a casa, y comenzó la gran aventura láctea! Establecer una lactancia cómoda con mi bebé prematuro fue muy difícil. Había quienes me incentivaban a ya no hacerlo, yo misma me sentía muy cansada, sobre todo por las madrugadas; y fue entonces, que mi compañero y yo decidimos alternar. Por las tardes yo me extraía leche y entonces él se la proporcionaba en un vasito especial por las madrugadas. Desvelado, sin saber muy bien lo que hacía, proveía de alimento y leche materna a nuestro pequeño. Esto me permitía dormir, y él comenzó a tener una parte más activa en la crianza.

Luego de tres meses comencé a estar un poco más cómoda alimentándolo, sin embargo, es verdad que me sentía insuficiente para saciarlo. Aunque él era muy pequeño, yo sentía que no comía lo que debía comer, sentía que mi leche "no era suficiente". En todo momento veía "signos" de deshidratación. Era un bebé que había recibido tres transfusiones sanguíneas, así que me ocupaba también de sobremanera su peso o una posible anemia. "Compleméntalo con fórmula", me decían. Pero él comenzaba a tener cólicos y problemas estomacales.
Tuvimos nueve meses de lactancia materna, cosa que me fue posible hacer porque había decidido dejar de trabajar y dedicarme enteramente a su cuidado. Su pediatra me felicitaba, porque no era común que las madres de prematuros lograran si quiera, en ocasiones, amamantar. Durante todo este proceso me di cuenta que la maternidad en este país se celebra pero no se favorece. Me di cuenta de la gran falta de políticas que pueden hacer posible una maternidad saludable. Por ejemplo, las mamás de prematuros, por ley debemos regresar a laborar justo antes de que nuestra hija o hijo sea dad@ de alta, alrededor de los 40 días posteriores al nacimiento. Sí, debemos regresar a laborar justo cuando nuestr@s pequeñ@s nos van a necesitar más, no sólo por cuestiones de vinculación afectiva, si no de seguimiento médico, que es lo que hace posible disminuir las posibilidades de un retraso o discapacidad, otorgándoles una mejor calidad de vida.

Por otro lado, tampoco existen programas de apoyo a la lactancia en bebés que nacieron antes de tiempo, o programas de apoyo a las madres o padres durante los primeros años de vida de l@s pequeñ@s prematur@s. En México no se tiene, aun, implementado el método madre canguro en muchos de los grandes hospitales o centros de alta especialidad. Tampoco existen las condiciones de trabajo en empresas o instituciones gubernamentales. El panorama es bastante terrible, en este sentido.


Hoy, estos temas recién se están abriendo y mirando, gracias al trabajo de asociaciones civiles, y de colectivos de madres.

Lo menos que necesitamos son campañas que desinformen, que perpetúen estereotipos de lo que debe ser "una buena madre" o una "mala madre", que cosifique el cuerpo de la mujer, esta vez con motivo de la lactancia, que generalice la maternidad, que ignorantemente reproduzca patrones que urgen ser erradicados. 

Como usuaria de los servicios de salud es mi derecho exigir campañas de calidad, que me apoyen a decidir y a empoderarme, que desmitifiquen la maternidad tan mitificada y estereotipada. Como usuaria, deseo recibir información con sustento científico, para que yo elija con libertad, sin moralina ni coacción. Como usuarias, estamos en todo nuestro derecho de pedir y colaborar hacia la construcción de mejores condiciones para nosotras y para nuestras familias. No conformarnos, no quedarnos en las frases "al menos ya se habla de la lactancia", "al menos ya se está penalizando la violencia obstétrica". Vayamos colaborando caminos de educación, información, formación y consciencia, vayamos intuyendo que el poder es nuestro, que nunca nos lo han quitado, y que sólo nos resta ir recordando que ahí está.



***


Te invito a unirte a esta campaña en pro de la lactancia materna, participativa e incluyente, cuyo objetivo es: hacer real los diferentes matices de la lactancia de una manera propositiva, esto no sólo es para las que sufrieron al principio y lograron una buena lactancia después, esto es para todas, las que crían en tribu, las que se informaron, las que fueron atacadas, las que enfermaron y no pudieron continuar aunque lo deseaban con el corazón, para las que no querían hacerlo y ahora dos años después continúan, para nuestras parejas y para las personas que nos ven mientras amamantando y no entienden por que seguir si el niño ya esta "grande", la mejor forma de romper los mitos es con información y sin juicios, es mostrar el rostro de alguien que también tuvo dudas y reconocer que no hay nada malo en pedir ayuda.

Mas información CLÍCK AQUÍ



Enlaces sugeridos:

www.maternidadempoderada.org
www.nacertemprano.org
http://www.llli.org/mexico.html






No, sancionar la violencia obstétrica no es el camino...


"El Senado aprueba sancionar violencia obstétrica" en México... se lee. Y de inmediato surgen reacciones y opiniones diversas. ¿Qué significará esto de "sancionar la violencia obstétrica"? 

I
El contexto y el colectivo.

Primero, es importante mirar el contexto, apelar a la memoria para tener una mayor consciencia de lo que esto puede implicar. Recordemos que somos el país No 1 en cesáreas, en bebés no amamantados y en obesidad infantil. El sector salud, y sobre todo el enfocado al bienestar de la díada mamá-bebé, está en crisis. Durante años se ha estado encendiendo el foco rojo en temas de mortalidad materna y violencia obstétrica; sin embargo, hasta hace unos meses algunos "especialistas" y burócratas decían que sólo se trataba de "casos aislados" y no eran temas de ocupación.

Entretanto, mujeres y bebés seguían viviendo maltrato y negligencia en instituciones públicas y privadas. 

Cuando comencé con los talleres "Concibiendo mi historia", para mujeres que desearan contar su experiencia de embarazo y parto, observé que al igual que yo, muchas de las participantes que habían vivido negligencia no sabían que así había sido, en cambio,  se sentían muy culpables porque su embarazo no había culminado en un parto contenido afectivamente, atendido en las mejores condiciones, en donde se hubieran sentido empoderadas, y dueñas de su cuerpo. A partir de la auto-observación y a través de compartir experiencias, encontramos el nombre para eso que habíamos vivido: violencia obstétrica. Y así nos encaminamos juntas, soltando la figura de "víctimas" y tomando acción. Elegimos el nombre de Colectivo de Investigación y Educación por una Maternidad Empoderada.

Dejando a un lado la reflexión redundantemente eterna, la charla activista de café, el "reaccionismo" que sólo se queda en la pantalla de las redes sociales, decidimos buscar espacios de escucha y conversación, reuniones con otras asociaciones civiles, con Presidencia, en medios de comunicación, para abrir camino hacia el PARTO RESPETADO PARA TODAS. Como nosotras, por supuesto, otras ONG, maravillosas personas e instituciones privadas también lo estaban haciendo, cada quien desde su espacio y posibilidades.

En 2013 gracias a una invitación por parte de SIPAM (Salud Integral para la Mujer A.C.) y del Instituto Veracruzano de las Mujeres, tuve la oportunidad de formar parte de una capacitación al personal médico en torno a los temas: violencia obstétrica y parto respetado. Por supuesto, fue una experiencia muy enriquecedora, en donde aprendí muchísimo acerca del sentir y pensar del personal médico. Entendí que para que existe un eje víctima-victimario ambas partes deben poner mucho de sí. No puede haber un victimario si no hay una víctima que lo permita. Y es verdad, muchas doctoras, doctores, enfemeras y enfermeros no saben a consciencia que están ejerciendo violencia contra las usuarias.



II
La sanción no es la solución.

¡Por supuesto, la sanción no es la solución! Sería ingenuo pensar que sancionar la violencia obstétrica es la solución y el único camino o el mejor, y resulta aún peor pensar que lo que deseamos las usuarias es que todo el personal médico-obstétrico vaya a la cárcel. Pensarlo así es una forma reduccionista de pensar a la cual muchos están acostumbrados.

Sin embargo, en el Colectivo Maternidad Empoderada sí nos satisface que este dictamen se haya hecho, porque al hacerlo se acepta como un tema prioritario de salud y no se maneja sólo como "casos aislados". De esta manera millones de mujeres, sobre todo, las que viven en un estado crítico de vulnerabilidad podrán hacer valer el derecho a un parto respetado y digno. Y en caso de que esto no suceda, tendrán la posibilidad de hacer justicia. 

Otro punto, es que los hospitales e instituciones públicas y privadas de salud se verán en la necesidad de capacitarse en los modelos disponibles y actualizados para atención al embarazo, parto y puerperio, en las recomendaciones de la OMS, en las necesidades de nosotras las usuarias, porque al fin se está poniendo sobre decreto que sí se ha patologizado y sobremedicalizado el proceso natural del parto, que se han tomado decisiones sobre el cuerpo y salud de las mujeres, sin nuestro consentimiento, y que ahora, esto ya no podrá ser. Entonces, podemos aprovechar el impulso de esta decisión del Senado y llevarlo a buen puerto, o podemos seguir reflexionando eternamente acerca de lo que "sí debe ser o no debe ser" para erradicar la violencia obstétrica.

Junto con esta decisión hecha por el Senado Mexicano, podemos impulsar como sociedad civil y profesionales del parto/nacimiento programas, ideas, etc que ayuden a fortalecer la educación de las mujeres, la toma de auto-consciencia, el auto-empoderamiento y la des-mitificación de la atención del embarazo, parto y puerperio. 




III
Aprovechar el impulso

Realmente es una gran oportunidad para decirle al personal médico-obstétrico que deseamos trabajar en conjunto, que necesitamos trabajar en conjunto. Es una gran oportunidad para tomar consciencia individual, desde el papel que nos toca, y compartir esa consciencia al colectivo. La invitación es a aprovechar el impulso, trabajando en positivo, encontrando lo que nace desde el corazón para aportar en este camino.

Por supuesto, la sanción no es la solución, esto no se trata de perpetuar la historia víctimas-victimarios-venganza. Esto significa que legalmente tenemos todo el derecho a pedir (y accionar por) mejores condiciones y libertad para parir. Tenemos todo el derecho a pedir una educación perinatal pública y gratuita que nos ayude a diferenciar las prácticas médicas innecesarias durante nuestro embarazo, parto o puerperio; tenemos el derecho a saber con apertura qué es una cesárea innecesaria y por qué es importante el apego inmediato con nuestr@ bebé, y ya que lo sabemos, podemos exigirlo, en cualquier hospital público o privado.

Es realmente un gran paso, en favor de nosotras, de nuestras hijas e hijos, y del personal médico,  porque esto también les representa la oportunidad de repensar y reconsiderar su práctica; y si han ejercido violencia, aún sin desearlo conscientemente, la invitación es a actualizarse y escuchar a las mujeres, quienes somos (y ahora legalmente) las protagonistas del parto. 

Para finalizar, te invito a mirar la grabación del programa Espiral transmitido por Canal 11 (televisión mexicana), en torno al tema de la violencia obstétrica. Me parece importante compartirlo, porque se puede observar claramente que no existe una solución única al conflicto, y que más bien toca a cada quien, (sociedad civil, doulas, educadoras, instructoras, mamás, mujeres sin hijos, médicos, políticos) contribuir con lo que mejor nazca de sí.




Sanar el vínculo con Mamá...



Distante estrella es este amor, 
que a nuestro hogar es buen conductor.

Cuando la maternidad llegó a mi vida, como una Caja de Pandora, se abrió para dar paso a esos aparentes "males" que llegan con las bendiciones de un nuevo estado físico, emocional y espiritual. Poco a poco, a partir de distintas situaciones y palabras, mi maternidad se abrió en mí para dar paso a las maternidades de las mujeres en mis linajes. Con mi ser madre, devino la reflexión del tipo de maternaje que había recibido por parte de mi madre, y a su vez,  el que ella había recibido de mi abuela; comencé entonces a mirar y a sentir las ausencias y las heridas en nuestros vínculos: en mi vínculo. 

Es así para muchas mujeres: la maternidad nos abre a las maternidades de nuestros linajes, y nos permite ver la relación que hemos tenido con nuestra propia madre. Es aquí cuando muchas de nosotras comenzamos a mirar alguna herida, algún vínculo roto, alguna ausencia. Y me atrevo a decir que otras tantas, llegamos a sentir una terrible orfandad. 

Muchas de nosotras hemos crecido con madres ausentes o enfermas, en lo físico, en lo emocional o en lo espiritual; muchas nos hemos sentido abandonadas, retadas, insuficientes ante los ojos de mamá. Algunas, recordamos haber recibido de ella unos cuantos abrazos y muchos regaños o desaprobaciones; o recordamos palabras dolorosas con las que ella nos describía, por "no ser" lo que se esperaba de nosotras

Incluso, ahora, en nuestra adultez, es posible que sigamos buscando diariamente con nuestros actos y "logros" la aprobación de mamá, una aprobación que tarda en llegar, que parece llegar, pero que nunca llega y sólo nos hace enfurecernos más con nosotras mismas, y frustrarnos por no bastar los muchos roles que intentamos cumplir para sacar siquiera una leve sonrisa del rostro de mamá. 



Pues bien, este llamado que parece individual, que parece sucedernos sólo a nosotras y a nadie más, en realidad es una oportunidad colectiva para sanar el vínculo con la madre: con lo femenino. Esto que nos sucede en la intimidad a muchas mujeres es una gran coincidencia de tiempo y espacio para reparar aquello que parecía haberse roto, y comenzar a percibirlo desde otro lado, con una mirada más nítida, más amorosa. Porque resulta que hemos crecido en sociedades huérfanas, en sistemas patriarcales donde la mujer ha tenido un lugar secundario, de subordinación,  donde no se la ha permitido vivir en plenitud y desde sus dones. De esas sociedades también vienen nuestras madres, nuestras abuelas y bisabuelas, sí, la vida no la han tenido fácil. 

Mirar amorosamente la historia de nuestras madres puede ser el primer paso para resonar con ellas en empatía e integrar un poco de nuestra historia individual y colectiva. Mirar su infancia, saber del lugar donde vivió, con quiénes y cómo lo habitó, saber de sus padres, de sus hermanos, de sus anhelos de niña, de los sueños que creyó rotos en su adultez, nos puede regalar una percepción diferente de esa persona a quien nos enganchamos y a quien nombramos con insistencia como para darle total identidad con la palabra "mamá"

Permitir -con el corazón- que nuestra madre se quite el título de "madre" y se conceda el vivirse solamente como mujer, no sólo la libera a ella, si no a nosotras, pues así podemos permitirnos ser nuestra propia mamá, para nutrirnos, abrazarnos y guiarnos en completa libertad. Cuando limpiamos el espejo que somos nosotras se limpia también el espejo de la madre enjuiciadora, castrante y dañina, que muchas hemos visto en nuestra mamá, y que incluso, hemos perpetrado. 



Cuando mi hijo cumplió dos años soñé con un bosque en el que mi madre y yo bailábamos en un círculo de mujeres. El totem al centro era una Gran Osa. La celebración era única y todas nos mirábamos iguales. En el sueño mi madre tenía mi edad. Cuando el fuego se acrecentaba, ella se acercaba a mí y me decía "permíteme ser una mujer más". Fue entonces que entendí que poco a poco me había construido una cárcel y le había puesto el nombre de "mamá", y la había hecho responsable de mis necesidades no satisfechas y de mi falta de valentía. Por el bien de ambas, decidí trabajar conmigo misma para dejarla libre. Y así fue.

Debo confesar que hasta hace unos meses y después de un año de proceso -con ayuda de mi guía- solté de corazón mi historia con mi madre, tal y como yo la conocía y la había creído. ¡Y fue tan liberador! Sólo entonces me permití ser mi propia madre y tomar una madre mayor: la Madre Tierra. 

Desde entonces, agradezco más y profundamente a mi madre el haberme dado la vida, hermoso regalo que me ha permitido andar el mundo, recoger experiencias, tener un compañero y disfrutar la sonrisa de mi hijo, y más, y más, y más. Soltar nuestra historia me ha permitido comenzar a escribir la historia de mi maternidad desde ningún referente y en plena libertad, eligiendo lo que mi corazón me dice, sin buscar la aprobación de nadie, sin ceder mi poder, sin poner pesadas lozas sobre mi madre. 

Por supuesto, este camino sigue, y sanar nuestro vínculo es aún una tarea que me permito hacer cada vez que nos miramos, cada vez que hablamos, cada vez que tomamos decisiones para las dos. 

Hoy sé que sanar el vínculo con nuestra madre es un camino intenso, tan intenso como la maternidad misma. También sé que el proceso  puede tomar días, meses y años; integrar pieza por pieza hasta integrarlo todo no es tarea fácil, pero es un camino repleto de aprendizaje, lleno de amor, tolerancia y comprensión. Sanarlo individualmente enriquece la sanación colectiva, la integración de todos los vínculos que nos llevan a la experiencia de ser nutrido y nutrir. 

Si hoy éste es tu llamado, bienvenida al camino, al camino del corazón que desea recordar su doble latido (que conocimos en el vientre materno), sin expectativa, libre de condicionamiento, del corazón al corazón, donde mamá es el hogar y el hogar somos nosotras...






















El Colectivo de Investigación y Educación por una Maternidad Empoderada y Respetada invita a sintonizar Once TV en televisión abierta mexicana o vía internet: www.oncetvmexicolive.tv

para mirar el programa "Diálogos en Confianza", en el cual se abordará el tema "VIOLENCIA OBSTÉTRICA".

Más información:
www.maternidadempoderada.org






¿Por qué decidimos escolarizar a nuestro hijo?




Tras recibir varios mensajes con la pregunta que titula este post en mi inbox, decidí escribir y compartir, abriendo el corazón, el por qué mi compañero de vida y yo decidimos escolarizar a nuestro hijo.

Desde que nuestro crío comenzó a darnos señal de sus primeros aprendizajes, esos que son guiados por el instinto, es decir, desde que llegó a casa, comencé a cuestionarme profundamente el tipo de educación que le podría dar. Muy pronto, descubrí que deseaba hacer escuela en casa, y así, dar a mi hijo la bella libertad de aprender lo que su corazón fuera pidiendo, a su ritmo y a su tiempo. Pues bien, ahora con la decisión de escolarizarlo, el fin sigue siendo el mismo: que sea el corazón de Aldebarán el que lo guíe hacia cada aprendizaje, no importando el lugar.

Durante tres años y medio Aldebarán y yo estuvimos muy juntos, con su padre, en distintas "aventuras", como llamábamos a cada situación de nuestros días. Convivimos mucho y en profunda empatía y simpatía, tras decidir dejar de trabajar durante sus primeros meses y acompañarlo en su crecimiento, me dediqué a danzar al ritmo que danzan los papás de los bebés nacidos prematuros. Durante año y medio nuestro itinerario semanal contempló visitas a hospitales varios y a especialistas. Viví intensamente la díada que formamos desde su llegada al mundo, y así, sanando el vínculo de nuestra separación primaria (su estancia en UCIN y en el hospital por más de 50 días tras su nacimiento), me di a la experiencia de una maternidad informada, intensa y amorosa.

Luego de superar el peligro de los primeros dos años de los niños nacidos prematuros, todos comenzamos una nueva etapa, que incluyó emprender, dar estabilidad al hogar propio, integrarnos desde otro punto como familia, es decir, dejar de traer al presente la prematuridad de Aldebarán, y sí... finalmente, ¡viajar y viajar! Gracias al mei tai, logramos llevar a nuestro pequeño a todas partes: bancos, citas con los clientes, oficina, edificios gubernamentales, el aeropuerto, a sitios cercanos y lejanos, siempre unido a nosotros, siempre siendo parte de la agenda de trabajo de papá y mamá. Por supuesto, muchos nos alentaban a dejarlo en una estancia, a no llevarlo con los clientes por aquello de dar "una mala apariencia", pero integrando esos espejos, siempre decidimos  -y lo digo con una gran sonrisa, como en broma- que nuestro hijo era parte del "negocio familiar", y desde el punto de vista educacional, siempre supimos que no había mejor manera de conocer el mundo y aprender, que al lado de quienes lo trajeron a él.  

Cuando Aldebarán nació tuvo un derrame cerebral importante, y tras el mismo le diagnosticaron leucomalacia periventricular, que podía desarrollar una parálisis cerebral. Para nosotros fue muy importante disminuir el riesgo: estimularlo, cantarle, llevarlo con la especialista en intervención temprana, y sobre todo, hacernos cargo por completo y a tiempo completo de su cuidado y su educación. Hoy en día, nuestro hijo es un guerrero sano, con mucha energía y una inteligencia admirable. 

Pronto cumplió tres años de vida, y fue entonces que decidimos realizar actividades guiadas y darle ciclos con estructuras más estables, compramos varios libros en el tema del Unschooling, Pedagogía Waldorf y Homeschooling. Me dediqué entonces, a apoyarlo, a instruirlo de manera más activa, y todo fue maravilloso hasta que descubrí dos cosas: que mamá no siempre era la mejor compañera de juegos y aprendizaje de Aldebarán, y que Aldebarán no siempre era el mejor compañero de trabajo de mamá. 

La segunda mitad del año pasado fue transformadora para los tres. Con el paso del otoño comenzamos a mirar que nacían de cada uno nuevas inquietudes: Aldebarán pronto comenzó a extrañar más y más convivir y jugar con sus amigos y primos de la misma edad que él. Y yo comencé a mirar que el corazón deseaba darse un descanso de maternidad intensa, para comenzar a abrazar una maternidad que lograra tejerse en armonía con un compromiso personal, profesional y de pareja. Con la próxima mudanza - en todos los sentidos- venía la decisión de escolarizar a nuestro hijo.

He aquí entonces, que la razón por la cual decidimos escolarizar a Aldebarán ha sido muy personal, amorosa y llena de confianza. En el proceso, mi compañero y yo, hemos decidido confiar en otras personas para apoyarnos en el cuidado y guía de nuestro hijo; hemos decidido también que en cuanto veamos que la creatividad o fuego de nuestro crío se vean menguados o lastimados , o simplemente la vida nos lleve a otra manera de estar, revaloraremos nuestras opciones, y sobre todo, hemos decidido escolarizar a Aldebarán: pero la educación darla en casa, así él sabrá decidir, cuestionar, aceptar e integrar a su vida lo que considere necesario integrar.

Hoy fue su primer día de escuela, y cuando salió, nos miró sonriente y nos dijo que le había gustado mucho, que había hecho dos nuevos amigos y que deseaba regresar al otro día. Este ingreso a la escuela ha sido un verdadero ritual y lo hemos tomado todos como una gran iniciación, decidimos hacer de esta experiencia algo sagrado, algo que cierra y abre otro ciclo familiar: Aldebarán está comenzando a tomar nuevas estructuras y amistades fuera de casa, y una sabia voz interior me dice que todo ha sido perfecto, que ahora podemos organizarnos los tres en una manera distinta, confiando en la vida, integrando los espejos externos mientras pertenecemos a este maravilloso clan que se reúne por la tarde, para cerrar el día y compartir experiencias del mundo. 
















Mujer / Madre con una sola tarea... Ser.



Cuando el cuerpo habla...

...Y de pronto me vi exhausta, con un pequeño de tres años a mi lado, en la sala médica, con 40 grados de temperatura, y mil pendientes por realizar. "Algo de todo esto no debe estar nada bien" -me dije. 

Mi estómago, como centro de todo, con fuertes dolores y prácticamente "en huelga" estaba tratando de decirme algo, que en verdad, no podía entender de manera consciente. Sabía que, ciertamente, una simple infección no me había llevado a ese lugar y en esas condiciones. Mi cuerpo estaba dándome una primera llamada... Hacía años que no me enfermaba de tal manera hasta caer en cama. 

Nunca antes el cuerpo me había pedido tanto, descansar, dormir y reponerse. Oportunamente, decidí frenar todo, y reflexionar lo que estaba sucediendo.



La mujer y madre multitarea...

En esos días de convalecencia, entre documentales, series y lecturas, encontré un artículo en torno a la Biodescodificación, en la cual el experto le decía a su consultante que más le valía cambiar todos sus hábitos de vida, si no quería desarrollar pronto un cáncer de estómago fulminante, y estas palabras resonaron fuertemente en mí. Comencé a mirar y reflexionar en torno a mis hábitos, a mi vida diaria, de pronto me di cuenta que todo mi tiempo estaba comprometido, y que las cosas que consideraba más importantes se habían volcado a un segundo, tercer y hasta cuarto plano. 

Las cosas más simples de mi vida habían dejado de tener un equilibrio, y mis hábitos se alineaban desde el caos con los compromisos externos, en el cumplimiento de las necesidades del afuera, en función de la supervivencia y no de la Super-Vivencia. En algún momento había dejado de cantar por las mañanas, sonreír, darme espacio para leer poesía antes del desayuno, o leer algún artículo interesante, charlar con mi compañero, jugar y leer con mi hijo, arreglar con mimo los espacios de mi casa o cocinar.

De pronto me había acercado a ese punto en el cual todo hacía en automático, sin un sentido esencial y verdadero para el corazón, como en un principio había sido. Algunas cosas ya no eran para mí, pero yo no lo había visto y continuaba haciéndolas. Había entonces tantos compromisos sociales, de trabajo, de actividades "productivas", de cierre y apertura de negocios, que lo que verdaderamente me importaba como mi salud, mi descanso, mi equilibrio, cocinar mi propia comida, acompañar -de manera consciente- el crecimiento de mi hijo, hablar con mi compañero, se habían convertido en actividades sin espacio en mi agenda. 

Puedo decir que la maternidad me inyectó de energía, y me llevó a emprender, continuar y sumergirme aún más en actividades de mi completo interés. Y lo disfruté muchísimo.  Por supuesto, me convertí en una mujer aún más eficiente y segura. Podía hacer mil y un cosas al mismo tiempo. Podía llevar a cabo diversas tareas en un corto periodo de tiempo, dejándome espacio no par el descanso, si no, para realizar más tareas y "aprovechar más" el tiempo, es decir, optimizándolo para ser "más productiva". Sin embargo, la situación de ser llamada "mamá multitarea" o "super mujer" por algunas amistades cercanas, comenzó a rebasarme, pues comencé a creer que esa era mi nueva identidad y que debía cumplirla y autocumplirme.

Hoy reflexiono que el elogio a la falta de tiempo es un terrible mal contemporáneo, y que la figura de la mujer multitarea sigue siendo un idea nacida de un sistema capitalista, mordaz y opresor. 




Tenemos poco tiempo como para no tener tiempo... 

Conforme han pasado los días, me he dado cuenta que los deseos del corazón siguen ahí y laten con fuerza, y que ninguno de ellos tiene que ver con "ser productiva" (como lo entiende el sistema) o hacer muchas cosas a la vez... todo lo contrario. He reflexionado que nada podemos hacer por otr@s, si no lo hemos hecho por nosotr@s  mism@s, y que la verdadera integración y la sanación global emergen desde lo individual, desde lo que integramos y sanamos en nuestra vida personal. 

La gran paradoja es... tenemos poco tiempo como para no tener tiempo, es decir, sólo nos restan unos años de aprendizaje en este cuerpo y experiencia, como para nunca tener tiempo y reflexionar lo que a diario vivimos. De pronto, las charlas con los amigos o nuestra gente del alma se vuelven triviales ante la inmensa carga de trabajo que tenemos, los tiempos están comprometidos en el "deber" y no en el "querer". Y entonces nos vemos cumpliendo con las máscaras de todas las identidades que nos cargamos a cuestas, pero nunca cumplimos con el sueño del corazón.

En lo personal, reintegrar y resignificar lo masculino y lo femenino en mí está siendo una tarea amorosa, profunda y que me toma varias horas al día; con esto me he enfrentado a mi sombra de una manera intensa. Comenzar a despojarme de los deberes para abrazar la alegría de todos los días, la belleza del camino, la pureza de un instante, está siendo mi única tarea el día de hoy. Y esto me hace inmensamente feliz. 

Estoy en el intento de armonizar-me, abrazarme en todos mis aspectos y sanar (integrar) cada uno de los episodios de mi vida, buscando no comprometer mi tiempo en lugares a los cuales ya no pertenezco y no deseo pertenecer más. Me ha costado, claro, bordear uno y otro el camino del ego y de la voz interna verdadera, porque cuando parece que mi intención toma claridad emerge un aspecto de mi historia personal para ponerme en duda, y entonces, me toca frenar, sentir nuevamente la emoción, recapitular para encontrar su origen y quedarme con lo que me pertenece aquí y ahora.


Mi cuerpo, mi brújula, mi hogar...

Mi cuerpo se ha convertido esa mágica brújula que me dice si ir al Norte o al Oeste, que me lleva a la medicina correcta para sanar todos los cuerpos que sostiene. Cuando me he permitido escuchar su dolor he podido encontrar piezas de mi historia que necesitan disolverse. Cada una de las partes de mi cuerpo se ha vuelto dirigente de un proceso específico y único. 

Al escuchar, abierta y en consciencia, lo que dice mi cuerpo, comienzo a discernir lo que quiero y ya no quiero para mi vida diaria, para mi sagrado cotidiano.

Lejos del ruido mental, de las demandas de las múltiples máscaras, y las necesidades del ego, he podido escuchar una voz suave, masculina y femenina al mismo tiempo, que me ha dicho que busque en las cosas sencillas lo que es regocijo para mi alma. Y en esto estoy, nuevamente, buscando, indagando, mi lugar en el mundo, la nueva experiencia, la nueva identidad-des-identidad, el nuevo paraje. 

Y en medio de una mudanza geográfica que ya era necesaria, recogiendo cada habitación de la casa, cada habitación de mí, me doy cuenta que es justo ésta experiencia la metáfora de la vida: llegar a un lado para partir siendo otra y siendo la misma, encontrar, reencontrar, despedir, dar la bienvenida, y permanecer siempre y nunca dentro de las memorias y olores que cada experiencia guarda. Con cada cosa que recojo, recapitulo una etapa de mi vida, para pronto partir de esa historia y escribir una nueva, echando raíces en otro de mis muchos lugares en el mundo. 

Así, desde esta quietud, puedo decir que ser mujer y madre de una sola tarea, está siendo mi más grande aportación y verdad, me estoy re-significando, me estoy re-encontrando conmigo, y estoy viviendo el genuino significado de "ser productiva".